Cuando los Selk’nam habitaban Tierra de Fuego se agrupaban en diversas
tribus, dos de ellas se encontraban en gran conflicto, los jefes de
ambas comunidades se odiaban hasta la muerte. Uno de ellos tenía un
joven hijo, que gustaba de recorrer los campos. En una ocasión se
encontró con una bella niña de ojos negros intensos y se enamoró de
ella.
Lamentablemente, era la hija del enemigo de su padre, la única manera de
verse era a escondidas, pero el brujo de la tribu de la niña los
descubrió. Vio sin embargo, que no podría separarlos y condenó a la
niña, transformándola en una planta que conservó toda la belleza de sus
ojos negros, pero con espinas, para que el joven enamorado no pudiera
tocarla. Pero el amor era tan fuerte que el joven nunca se separó de
esta planta y murió a su lado.
esta planta y murió a su lado.
Por eso cada quien que logre comer el fruto de este arbusto estará
destinado a regresar a la Patagonia, pues uno no puede separarse del
poder de amor que hay en el calafate, nos atrae a él y no nos permite
que nos marchemos por mucho tiempo.
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